Don Quijote de la Mancha,parte I



DON QUIJOTE DE LA MANCHA, PARTE I.

      Aquí tenéis la famosa aventura de los molinos de viento, en la que nuestro protagonista, don Quijote, da muestras evidentes de su falta de cordura...



Canción del pirata



CANCIÓN DEL PIRATA, TIERRA SANTA


El ruiseñor y la rosa




EL RUISEÑOR Y LA ROSA



Julio Cortázar

JULIO CORTÁZAR


La zapatera prodigiosa


LA ZAPATERA PRODIGIOSA

Julio Cortázar

JULIO CORTÁZAR

Falsa mitología sobre Coca-Cola




FALSA MITOLOGÍA SOBRE COCA-COLA





        Un 8 de mayo de 1886, un farmacéutico de Atlanta llamado John Pemberton comenzaba a servir en su establecimiento una bebida carbonatada de color oscuro y con un característico sabor a caramelo. Había nacido la Coca-Cola. En sus 127 años de historia la bebida con marca registrada más consumida del planeta ha sido protagonista de no pocos relatos sobre su elaboración, algunos ciertos, otros no tanto.
          Con una mezcla de hojas de coca y semillas de nuez de cola, Pemberton quiso crear un remedio que comenzó siendo comercializado como una medicina que aliviaba el dolor de cabeza y disimulaba las náuseas. Frank Robinson le puso el nombre de Coca-Cola, y con su caligrafía diseñó el logotipo actual de la marca. Al hacerse famosa la bebida en 1886 se le ofreció a su creador venderla en todo Estados Unidos. Pemberton aceptó la oferta (vendió la fórmula y su empresa en 23.300 dólares) y se abrieron varias envasadoras en Estados Unidos. Más tarde un grupo de abogados compró la empresa e hizo que Coca-Cola llegara a todo el mundo. Desde ahí la empresa se convirtió en The Coca-Cola Company.

           Después de que diversos estudios han indicado que los refrescos y bebidas azucaradas son la principal fuente de calorías en la dieta estadounidense, la mayoría de nutricionistas advierten de que Coca-Cola y otros refrescos pueden ser perjudiciales para la salud si se consumen en exceso, particularmente para el caso de niños pequeños. Los estudios han demostrado que los usuarios asiduos de bebidas gaseosas tienen una menor ingesta de calcio, magnesio, ácido ascórbico, riboflavina y vitamina A. La bebida también ha suscitado críticas por su uso de la cafeína, la cual puede causar dependencia física. Se ha demostrado también que existe una relación a largo plazo entre el consumo regular de refrescos de cola y la osteoporosis en mujeres mayores. Esto probablemente se debe a la presencia de ácido fosfórico en la bebida.
        Una crítica común que se ha hecho a Coca-Cola tiene relación con sus niveles de acidez, supuestamente tóxicos. Sin embargo, los investigadores no han encontrado fundamentos para validar esta crítica, y por tanto las demandas sobre la base de estas ideas han sido negadas por varios tribunales de Estados Unidos. A pesar de los numerosos casos judiciales presentados contra  The Coca-Cola Company desde la década de 1920, reclamando que la acidez de la bebida es peligrosa, no se han encontrado pruebas que corroboren esta afirmación. En condiciones normales, la evidencia científica indica que la acidez de Coca-Cola no causa un daño inmediato.
     
            La historia de la bebida está plagada de relatos pavorosos.
          La Coca-Cola, como todas las bebidas comerciales, está obligada a pasar estrictos controles sanitarios. Eso no quita, por supuesto, que la Coca-Cola sea una bebida azucarada en extremo debido a su alto contenido en jarabe de fructosa.
          La cafeína no es el principal responsable del característico 'subidón' que produce beberse un vaso de Coca-Cola. Esa leve sensación de euforia se debe precisamente al aumento súbito de la cantidad de azúcar en el organismo.
            La Organización Mundial de la Salud dice que el consumo excesivo de refrescos carbonatados contribuye a la obesidad. Por último, el ácido fosfórico inhibe la absorción de calcio, y el PH de la bebida puede ser agresivo con la mucosa intestinal de personas de estómago sensible.
           Como con todo, en el medio está la virtud. Los refrescos carbónicos (sean Coca-Cola o no) son una golosa recompensa para un día caluroso o un almuerzo especial, pero no es bueno convertirlos en un sustituto de los dos litros de agua diarios que recomiendan consumir.

        



Poemas

Vino primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.

Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

Más se fue desnudando
y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

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“No corras. Ve despacio,
que donde tienes que ir
es a ti mismo…
y tu pequeño yo, recién-nacido eterno,
no te puede seguir”.
...
“Si vas deprisa,
el tiempo correrá delante de ti
como una mariposilla loca.

Si vas despacio,
el tiempo te seguirá
como un buey manso”.

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Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.


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Cuentos

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CUENTO ARMENIO LA MANTA


Había una vez un pobre campesino que vivía con su mujer y sus hijos.
Trabajaba muy duro, pero no lograba procurar a los suyos el bienestar al que toda familia aspira. Alojaba también en su casa a su viejo padre, a quien trataba con respeto y amor filial. Pero la esposa del campesino no podía soportar la presencia del anciano en casa. No pasaba un día sin que se quejase de ello a su marido: el viejo no aportaba nada, se comía el pan de los niños, estaba sucio, era un estorbo.
 El campesino sabía muy bien que los motivos invocados por su mujer no eran ni del todo justos, ni del todo caritativos, ni del todo ciertos. Sentía una profunda tristeza por aquel padre que lo había criado con el sudor de su frente y le había dado todo su afecto. Recordaba los largos días de su infancia, cuando su padre salía cada mañana muy temprano y regresaba muy tarde, exhausto, tras haber alquilado la fuerza de sus brazos a los granjeros ricos de los alrededores. No tenía mucho tiempo para dedicárselo a su hijo, pero siempre recomendaba a su madre: “Cuida bien del pequeño; que coma lo que quiera y que tenga buenos zapatos para el invierno. Que por lo menos mi trabajo y mi fatiga sirvan para eso”.
Nuestro campesino se acordaba de todas estas cosas, pero como era un poco cobarde y quería conservar la paz de su hogar, dio a entender al anciano que tendría que dejar la casa, irse a otro sitio, lejos.
 -Compréndeme, padre- decía intentando justificarse-, no puedo estar peleando todos los días con mi mujer por tu culpa. Si fuera rico, haría que te construyeran una pequeña casa no lejos de aquí e iría a visitarte con regularidad. Pero sabes bien que carezco de fortuna, que mi casa es pequeña… Además, los viejos deben estar con los viejos y los jóvenes, con los jóvenes.
 El anciano callaba, y su silencio aumentaba la mala conciencia del campesino. Hubiese preferido un ataque de ira o un montón de reproches por parte de su padre. Así, por lo menos, también él habría podido enfadarse y recriminarle.
 Pero en lugar de eso, el viejo permanecía mudo, con los ojos brillantes de lágrimas.

A falta de argumentos, el campesino terminó por añadir:


 -Te aseguro, padre, que lo mejor para ti es que te vayas.

El infeliz respondió por fin:
-Pero, ¿adónde quieres que vaya, hijo mío? Mi propio cuerpo se ha convertido en una carga. Sólo aspiro a morir, pero Dios, que a veces se lleva a los jóvenes, no parece quererme a mí. No tengo un techo, ni siquiera una manta para protegerme del frío, si me veo obligado a dormir en la calle.
El campesino, apiadado, pidió a su hijo mayor, de siete años, que fuese a buscar al establo la vieja manta que servía para abrigar a la vaca en las tardes de invierno.
El niño se fue y regresó poco después, trayendo en sus manos la mitad de la manta.
-¿Que has hecho, desgraciado? -gimió el abuelo-: ¡La has cortado en dos! ¡Tu padre me daba la vieja manta y ú sólo me consideras digno de la mitad! Eres peor que él.
-¿Por qué has hecho eso? -preguntó el padre, enfadado.
-Pero si lo hago por ti, padre -respondió el niño-. Voy a guardar la otra mitad de la manta para cuando tú seas viejo.
El campesino se sintió profundamente turbado por las inocentes palabras de su hijo. Avergonzado y arrepentido, besó las manos del anciano y le pidió perdón por su ingratitud y cobardía. Volvió a admitirlo en la casa y exigió a todos que, a partir de entonces, le mostrasen todo el respeto y todo el afecto que se merecía.


CUENTO EL AHOGADO POR CODICIA


          Lo que sucedió a un hombre que iba cargado con piedras preciosas y se ahogó en el río.

         Había un hombre que llevaba a cuestas gran cantidad de piedras preciosas, y eran tantas que le pesaban mucho. En su camino tuvo que pasar un río y, como llevaba una carga tan pesada, se hundió más que si no la llevase. En la parte más honda del río, empezó a hundirse aún más.
        Cuando vio esto un hombre, que estaba en la orilla del río, comenzó a darle voces y a decirle que, si no abandonaba aquella carga, corría el peligro de ahogarse. Pero el pobre infeliz no comprendió que, si moría ahogado en el río, perdería la vida y también su tesoro, aunque podría salvarse desprendiéndose de las riquezas. Por la codicia, y pensando cuánto valían aquellas piedras preciosas, no quiso desprenderse de ellas y echarlas al río, donde murió ahogado y perdió la vida y su preciosa carga.


                            A quien por codicia su vida aventura,
                            sabed que sus bienes muy poco le duran.

                                                   FIN